sábado, 12 de noviembre de 2022

APOLOGÍAS DE NUESTROS AMORES


 CONFESAMOS NUESTROS AMORES


  Apologías     

    Los textos apologéticos existen desde los primeros tiempos de la escritura. Defender una idea a través de diversos argumentos permite mostrar nuestra habilidad para convencer a través de nuestras palabras y generar que nos sigan a partir de descripciones y aseveraciones coherentes. 

    Hoy, nuestros escribas de Redacción Creativa I, a través de descripciones, oposiciones, figuras retóricas y argumentos frondosos, nos quieren convencer sobre por qué deberíamos elegir un gusto de helado, una infusión y más. Los leemos y vemos si los apoyamos, si nos pueden hacer cambiar a de opinión y si, tal vez, nos hasta tal vez nos convencen de probar algo nuevo.

viernes, 11 de noviembre de 2022

UNA EXCUSA PARA DECIR GRACIAS

UNA EXCUSA PARA DECIR GRACIAS  

    Por Leandro Pontacq

    No me puedo acordar cuando fue la primera vez que escuché el refrán “mejor solo que mal acompañado”. Supongo que ni bien nací. Y es así, porque sin dudas, se constituye como la frase estrella para suavizar el dolor de una cruel ruptura amorosa o de un distanciamiento con algún familiar o una amistad. Sin embargo, en este breve texto voy a refutarla y a demostrar con dichos y hechos concretos por qué está equivocada.


El mate, la excusa perfecta para comenzar una charla y decir gracias una vez al día



      Al momento de argumentar
 se me vinieron automáticamente a la mente dos conceptos vinculados desde siempre a nuestro país. La identidad y la tradición. En épocas de globalización y homogeneización cultural, hablar de esto conforma un suceso significativo, merecedor de varios párrafos. El primero hace referencia al conjunto de rasgos o características de una persona o cosa que permiten distinguirla de otras en conjunto; el segundo, a las costumbres que se transmiten de generación a generación a lo largo del tiempo.

Consideré importante detallar las definiciones porque además de estar íntimamente relacionadas, permiten entender la importancia y el sentido de pertenencia que genera hace siglos el protagonista de este texto y uno de los símbolos nacionales históricos más importantes y presentes en la actualidad: el mate.

Si empezaste a leer esto y no lo tomás porque no te gusta, no te vayas: en una esas te puedo convencer de probarlo y hasta, incluso, de convertirte en un seguidor fiel. Esa es la idea, que puedas descubrir un nuevo compinche. Si sos consumidor, sentate, cebate uno y seguí leyendo.

Suena la alarma, hago fiaca, me despierto, voy al baño y pongo la pava. Y si yo no la puse, alguien lo va a hacer. Es un hábito que se repite y se repite en la mayoría de las casas. Ese “poné la pava” no solamente se resume en el hecho de caminar, agarrar el encendedor y prender la hornalla (o enchufar la eléctrica). Ese hecho es el principio de un camino lleno de emociones, historias y anécdotas dignas de ser contadas.

El mate es el compañero de todos nuestros momentos. De la vida. De cada instante que vivimos. En el desayuno, en la merienda, en casa, en el trabajo. Solo, con amigos, con nuestra pareja, con nuestros viejos, con nuestros abuelos. Imagínense el inmenso abanico de relatos diversos y variados que podemos escuchar y disfrutar. Porque es así, el mate es la excusa perfecta para comenzar una charla y decir gracias una vez al día y al mismo tiempo, es el socio ideal para pensar y reflexionar cuando estamos mano a mano con la soledad.

No importa el contexto ni el lugar. El mate tiene la capacidad de trascender y derribar las barreras sociales que se cruzan en su camino. La edad, el género, la ideología política y las clases sociales quedan afuera de su recorrido. El mate está siempre. En casa de ricos, en casa de pobres; en manos de adolescentes estudiando en una universidad o en manos de adultos mayores pasando sus últimos días en un geriátrico; en el norte y en el sur; en la playa o en la montaña. Pero sin dudas, su mayor mérito es que hoy es algo indispensable: no lo digo yo, imagínate que es lo único que comparten los hinchas de Boca y River y los macristas y kirchneristas.

La pregunta del millón, ¿cómo se toma? La discusión es y será eterna. Los que saben de verdad concluyen casi por una unanimidad que el mate se toma fuerte y amargo. Otros prefieren algo más suave, sobre todo a la mañana. Sin embargo, este enfrentamiento constante se convierte casi sin darse cuenta en una virtud. Si el mate existe, es porque evolucionó. Hoy podemos elegir sin ser juzgados, aunque a veces haya risas. Se puede tomar amargo o dulce; con azúcar, con edulcorante; con café, miel, leche; caliente, frio y hasta soportamos con agrado esos que vienen tibios y lavados. Le podemos agregar cáscaras de naranja, limón y pomelo y también, hierbas serranas como cedrón, peperina, boldo y manzanilla. Eso sí, lo único que espero es que no resucite José Hernández.

Pará, primero necesito saber dónde tomarlo. Y acá la versatilidad juega un rol clave: no importa dónde. El mate puede ser de calabaza, madera, cerámica, vidrio, plástico, enlozado, metal y hasta de silicona. Hay chicos, medianos y grandes. Simples y personalizados. La decisión es importante y crucial ya que será el encargado de transmitir una imagen general de los gustos y valores propios y, sobre todo, porque será nuestro compañero de cada día.

Lo lamento si sos uruguayo, pero, en definitiva, el mate es la mejor manera de sentirse argentino. Es solidaridad, es compañerismo, es lealtad, es amistad. El mate es el ejemplo tangible y más práctico que permite demostrar que se puede estar solo y, a la vez, muy bien acompañado.

jueves, 10 de noviembre de 2022

APOLOGÍA AL HELADO CREMA DEL CIELO


 Por Santiago Belén

    Muchos son los detractores, hablan y critican sin tener una pizca de piedad, no miden sus palabras y pareciera que el verdadero motivo de esto no es más que infligir dolor con cada comentario sarcástico. Lamentablemente, yo era uno de estos.

  ÁNGELES O DIABLOS. LOS CREMA DEL CIELO GENERAN PASIONES OPUESTAS   

   Me duele recordar aquel pasado, cuando ataqué a diestra y siniestra defendiendo una postura intolerante. Me negaba rotundamente a escuchar cualquier argumento y no había lugar para grises ni medias tintas en mi discurso.

   ¡Qué equivocado estaba! Me sentía seguro al defender una posición mayoritaria. “Eso es para chicos”, “Sólo es colorante azul”, “Es crema americana con color” ¿cuántas veces habré repetido estas frases? Pero bendito fue el momento donde un evangelista del cucurucho y tres bochas me mostró la luz. ¡Gracias Señor por el helado sabor crema del cielo!
    Antes fui blasfemo, perseguidor e injuriador; más ahora me he convertido y puedo disfrutar de esa maravillosa crema helada. Nada tiene que ver con la menta granizada, eso sí ya es otro tema del cual prefiero no opinar. Pero me duele ver como las cruzadas en contra de este gusto han ido avanzando y conquistando cada heladería de la zona.
   Hoy son contados con los dedos de la mano los dueños de las heladerías que deciden mantener este controversial gusto dentro de la carta de sabores. Cada establecimiento se alza como un fuerte de batalla ideológica, el cual debemos defender hasta el último aliento.
    No es un capricho, es una realidad. La crema del cielo no es igual a la crema americana; y no lo afirmo simplemente por el cambio más notorio, el color. Sino que además, desde el sabor, la crema del cielo cuenta con unas notas de vainilla extra, lo que logra hacerla un dejo más dulce.
    Seguramente uno piensa: ¿y qué si es un poco más dulce? A lo que tengo que responder ¡¿No lo ves?! La crema americana es neutra, es el acompañamiento perfecto para cualquier otra bocha, pero no es un gusto en sí, es una necesidad para cortar el sabor de otra crema.
    Por otro lado, la crema del cielo, al ser más dulce, se convierte en sí misma en un gusto hecho y derecho. No necesita estar acompañada, ella puede sola. Bien podrías pedir las tres bochas celestes y disfrutar sin problema alguno.
    Dirán que es un gusto para niños, otros dirán que es para abuelos. Seguramente algunos se rían ponzoñosamente, mientras que  otros señalan con el dedo. Pero les pido algo, dense el gusto. No se dejen llevar por la corriente de este insensible mundo y permítanse disfrutar de las bondades del cielo.
      

EL MUNDO DEL "TÉ QUIERO"

Por Antonella Muñoz Defendis


      Hay momentos que marcan el rumbo de nuestra vida, esos que son un antes y después, del cual no hay oportunidad de salir siendo el mismo. Uno de esos momentos, es cuando nos adentramos al mundo del “Té quiero”, cuando lo decimos por primera vez.

  

   No nos hagamos los valientes, todos sabemos que ese mundo asusta, y más cuando está plagado de extremos.

      Principalmente tenemos a los que lo hacen con mucha ligereza, como si llegaran tarde a algún lado y eso solo fuera un trámite más que se quieren quitar de encima; también están los que prefieren tomarse su tiempo, tranquilos, sin apuro ni presiones, saben que es un asunto importante y no pueden deshacerse de él así como así.
    A continuación, están los simples, clásicos, que incluso han acompañado a millones de personas desde su primera vez hasta la última, esos que sabían que eran él uno para él otro desde la primera vez que se vieron; por otro lado, vemos a los arriesgados, los que entendieron que la comodidad es el enemigo del éxito y se volcaron a un universo paralelo, lleno de sabores y colores diferentes todos los días.
     Y, ¡por favor!, no dejemos de lado a los dulces, muy dulces, esos que te empalagan tanto que tenés que contenerte para no gritar “¡Ayuda doctor, se necesita una dosis de insulina por acá!”; queridos por muchos, sus opuestos: los amargos, al que no podés evitar hacerle una cara, es más fuerte que vos, tu inconsciente te traiciona en ese momento, porque quizás vos no queres demostrar que fue amargo, pero ahí está, tus cejas uniéndose y los labios yéndose para abajo.
  Por el camino correcto vamos los que estamos todo el tiempo “Té quiero”, “Té quiero”. Levanto la mano orgullosa como represéntate oficial de ese grupo ¿Qué les molesta, si no le hacemos mal a nadie? Muchos nos dicen que todo en exceso hacer mal, pero yo me preocuparía más por aquellos que nunca lo dicen, o los que solo lo hacen cuando se sienten mal, ahí hay muchas cosas para analizar.
    Está bien, este mundo asusta, pero déjame que te dé un consejo alguien que está dentro dentro de este mundo hace 10 años, el “Té quiero” tranquiliza, mejora, alivia, calma, cura, está científicamente comprobado que es bueno para la salud. No me extraña para nada que dos billones de persona lo digan cada día.
    Nosotros, los que habitamos el mundo del “Té quiero” sabemos que estamos eligiendo la opción correcta y te lo aseguro, no hay mejor sensación que esa.
     Así que no lo pienses más, agitá tus manos, tus piernas, relajá el cuello, respirá bien hondo y al exhalar expulsá todo el nerviosismo de tu cuerpo, sentí la valentía llenándote y cuando escuches que alguien te pregunta “¿Querés Mate, Té o café?” deciles “Té quiero”.

 

 

LAS INSTRUCCIONES DE CORTÁZAR

LAS INSTRUCCIONES DE CORTÁZAR

CORTÁZAR, UNO DE LOS ESCRITORES ARGENTINOS MÁS RECONOCIDOS

   En este apartado, los y las estudiantes, escribas de Redacción Creativa I, homenajeamos al gran Julio Cortázar.

   Cortázar escribió su "Manual de Instrucciones", un texto muy original (como todo lo que escribió el escritor argentino), a través del cual describió acciones de la vida cotidiana al más mínimo detalle, con humor, ironía y mucha gracia.
   Del mismo modo, los y las estudiantes, luego de trabajar con la descripción, debían utilizar esta preciosa herramienta y su creatividad para describir objetos y/o procesos relativamente cotidianos y salieron textos muy atractivos y originales.
  ¿Quieren saber cómo escribir, cómo transportar agua en estado líquido y hasta cómo patear un penal,? Paciencia, ya lo compartimos...




miércoles, 9 de noviembre de 2022

 CÓMO PATEAR UN PENAL

   "ACARICIAR" O "REVENTAR". UNA DECISIÓN QUE PUEDE CAMBIAR EL PARTIDO 



  POR LEANDRO PONTACQ

Puede ser una patada, una mano, una infracción cualquiera. Lo que sabemos es que el juez señala el punto del penal y la euforia del juego se detiene por unos instantes. La pelota, cansada de dar tumbos y giros, ahora va a tener un merecido descanso. Es un momento de mucha emoción y las expectativas son muy altas. Algunos jugadores festejan, celebran. Otros, sufren y se agarran la cabeza. Hay una razón: es un instante decisivo, incluso definitivo.
      El que agarra la pelota puede ser el más habilidoso, el número 9, un lírico, un rústico e incluso el arquero. Se suele decir que para patear hay que tener personalidad. Definitivamente no es una circunstancia para tibios. Llega el momento íntimo de mirarla cara a cara, besarla y acomodarla en los difíciles e impredecibles desniveles del verde césped. Hay que encontrar la posición justa para que no quede ni en un pequeño pozo, ni que se mueva en el transcurso de la carrera. Lleva unos pocos segundos de preparación, pero es un factor clave para alcanzar la gloria.
       Primer paso listo. Lo que sigue depende de la fuerza y de la técnica de cada uno. Hay que tomar un poco de distancia para poder impulsar y direccionar la pelota hacia el arco de la mejor manera posible. Pueden ser tres o cuatro pasos. Incluso más. Un paso con la izquierda, uno con la derecha. Siempre uno y uno, porque si se hace con los dos al mismo tiempo se corre el riesgo de tropezar y se escucharían muchas risas y burlas.
    La tribuna generalmente está en silencio. No hay que asustarse, la incertidumbre reina en el estadio. Muchos rezan por el arquero, otros por el jugador. La personalidad juega un rol clave en este instante, ya que es fundamental poder aislarse de todo ese contexto eufórico. Una vez que se acomoda la redonda, se recomiendo tomar carrera y verificar correctamente que los cordones de los botines estén atados. Llega el momento de la verdad.
    Mirar al arquero fijamente es una técnica infalible para desconcentrarlo y engañarlo. Sin embargo, es opcional. Depende de cada uno. El uno del equipo rival va a estar parado en el centro de un arco que mide 7,32 metros de ancho por 2,44 de alto. Por este motivo, las alternativas son variadas, pero las preguntas son solo dos: adónde y cómo. Hay que decidir. Al palo derecho, al izquierdo o al medio. A media altura, acariciando el pasto o cerca del ángulo superior. Con pleno empeine para que la potencia sea la protagonista o con el borde interno para que la que tome relevancia sea la elegancia.
     Las cartas están echadas y el azar, indefectiblemente, se convierte en el líder supremo de este instante decisivo. Ahora sí. Iniciar nuevamente la carrera, pero acá, dando pasos hacia delante a una velocidad suficiente para suministrarle al botín energía y firmeza al momento de la aproximación y posterior encuentro íntimo con la pelota.
     Ahora es cuestión de suerte. Ella viaja en el sentido que se pensó y ejecutó. Puede salir bien y, si es así, habrá festejos. Pero si sale mal, no hay que lamentarse ni desconcentrarse, ya que volverá rápidamente a dar giros y tumbos, buscando una nueva caricia que la lleve finalmente a besar la red.


INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR


POR SANTIAGO BELÉN ARÉVALO


  La escritura a mano, o mejor dicho, danza en movimiento


    En tiempo de pantallas, donde la tinta se ha secado y los píxeles sobreabundan en cada espejo negro que refleja una mirada perdida. En esta época de inmediatez, donde el error no existe gracias al diccionario automático, no hay nada más íntimo y entrañable que la letra dibujada a mano.
     La escritura es una danza. Movimientos de tinta o grafito que fluyen y atraviesan el soporte cómo si de una pista de baile se tratase. El ritmo es personal. Aquellos enamorados escribirán cartas con corazones encendidos a fuego; moverán sus ideas con un compás de cuatro por ocho que simula el tango más vivaz y sensual inimaginable.
     Los catedráticos, los ilustres, plasmarán sus más profundos pensamientos con una frecuente modulación, haciendo hincapié en la importancia del virtuosismo. Cada pasaje técnico tendrá el objetivo de poder lucir las habilidades del autor.
     Aún así, hasta el último de los comunes tiene la posibilidad de escribir. Si bien el acto parece propio de cualquier humano, no es natural, hay que aprehenderlo y para ello pueden servir algunas herramientas. Todo se resumiría en pocos sencillos pero importantes pasos..
     Primeramente el soporte, esto definirá la intención del mensaje. No es lo mismo utilizar una hoja blanca, prístina con renglones negros que contrastan grácilmente como las teclas de un piano de marfil, que dibujar sobre una hoja amarilla, color hueso, con bordes rasgados o ajetreados por el uso.
     En segundo lugar, será necesario precisar el vehículo que transportará nuestras ideas. El lápiz, el mejor amigo de los indecisos, aquellos que quieren decir algo sabiendo que no perdurará en el tiempo, o la birome/pluma, la espada de los valientes, aguerridos defensores de ideas; personas que no temen decir las más crudas verdades aún así puedan doler a quienes las leen.
     Elegidos los elementos, se procederá a buscar una superficie plana que funja cómo apoyatura a la hora de ubicar el soporte. Dentro de lo posible, es necesario que la hoja se ubique sobre el área y no por debajo, podría hacerse al revés, pero solo los más ávidos  escritores se animan a este desafío.
     Una vez ubicada la hoja, se deberá tomar el lápiz entre los dedos, preferentemente lo de la mano… ¿Es posible escribir con los dedos de los pies? ¡Claro que sí! Me atrevo a decir que muchos lo hacen así.
     Apoyando la punta del lápiz sobre el papel y aplicando la fuerza necesaria, no mucha como para lastimar el soporte ni tan poca como para que el trazo no se note, se dará inicio al esbozo de la idea en un primer borrador.
     El proceso se repite: escribir, borrar; leer y releer; tachar y subrayar. Así indefinidamente. Hay textos que nunca verán la luz del día por no poder salir de este bucle eterno. Otros, llegarán a la perfección y podrán gozar de alcanzar el último paso.
        El entintado, la última frontera.
    Cuando las ideas llegan a la madurez, consiguen el derecho de ser plasmadas en su forma final. Aunque, independientemente del acto o el núcleo, el destino final de la escritura es que las ideas puedan ser leídas, aceptadas, refutadas, discutidas.
       Y es gracias a esto, que en este mundo interconectado de forma global, no hay conexión más real e íntima que poder compartir una idea en puño y letra por más aterrador que esto resulte.
 

 

APOLOGÍAS DE NUESTROS AMORES

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